sábado, septiembre 23, 2006

Deberían poseer una señal de alarma. Un olor nauseabundo, una luz roja intermitente. Una cruz marcada de por vida. Pero, lamentablemente, estas personas vagan por el mundo demostrando una y otra vez que pueden hacerlo.
Pueden entrar en una tienda, rebuscar entre toda la ropa e incluso, por qué no, negociar un descuento con el encargado. Robar tiempo a los dependientes en prendas que al final no se llevarán.
Pueden llamar a empresas de muebles para solicitar un diseño de redecoración de su casa, de su vida, manejar cuatro presupuestos diferentes hasta decir tras muchas semanas de trabajo que no. Que no interesa el precio. Que no interesan las calidades. Que no les gustaron los proyectos.
Descubren límites. Disfrutan con la atención personalizada. Son parásitos para cualquier empresa, para cualquier persona, para cualquier vida.
Pero, ay de aquellos que sufren a esa otra modalidad de "necesitados de límites". Esa otra modalidad que entra en los corazones, juega a las caricias, a los dobles sentidos, a las miradas, disfruta de las llamadas en cómodos plazos de entrega, y finalmente, cuando descubre que lo tiene en las manos, se marcha sin dejar rastro visible. Sí un rastro de dolor, enfado y desconcierto. Y lo hacen porque pueden hacerlo. Porque les dejamos hacerlo.

Estoy pensando seriamente en hacerme una camiseta con la leyenda "Házte un favor, apadrina un vibrador".

domingo, septiembre 17, 2006

Sucede en un instante. Como un chasquido de dedos que antes ha volado en mi imaginación mil veces, puesto que todas las sensaciones son ya conocidas y era un instante realmente esperado. Como los finales de las películas, como cuando cae la taza del inspector en "Sospechosos Habituales" y todo encaja de la única manera posible en la que las piezas poseen sentido.
Y la miro. Y ya nada es lo mismo. Y ya ha pasado.
Y no comprendo qué hacíamos juntas. Porque ahora somos personas diferentes, de ser dos pasamos a una más una. Y una más una suele ser siempre mucho más que dos.
Busco los motivos que antes nos enlazaban en esa unidad durante tanto tiempo con escaso éxito.
Ahora no la reconozco.
Supongo que ella a mí tampoco.

sábado, septiembre 16, 2006

"¿Quién sabe cuando vendrá otra persona a encantarte otra vez? Encantar. Es una palabra muy bonito. Es una palabra muy peligrosa. Estás encantado. Pero ya no eres dueño de ti mismo. Le perteneces a otra persona que puede hacerte bien o hacerte daño, ¿quién sabe?"

Cita de Gringo Viejo (Carlos Fuentes). Robado de "Vida Rara"

viernes, septiembre 15, 2006

Hoy me divorcio.
Quizá por eso he pasado una noche tan rara, con sueños que me guiaban de un lado a otro de la cama, con frío y muchos momentos de desvela.
Hoy me dan las llaves de mi nuevo piso.
Pequeñito. Con las paredes pintadas de blanco y rojo. Demasiado parecido al piso que vendo hoy.
Ayer me dí cuenta de que quizá estoy enamorada.
Aunque la palabra amor aún me quede excesivamente grande. Dejémoslo en muy atraída. Y parece que la red se estrecha hasta el punto en que nos miramos cara a cara. Aunque el subtexto de las acciones, de las palabras todavía no ha llegado a la superficie. De acuerdo, estoy atrapada sin posibilidad alguna de éxito.
Ayer me llamaron para un posible cambio de trabajo.

Se me acumulan los cambios.