Lo veo con claridad. Tiene sed. Sed de aprender, de interiorizar, de absorber, sed de palabras y conceptos que le llevan a buscar textos cada vez más complicados, más escondidos, más difíciles. Pero en este proceso que sigue además va dejando esquemas tras de sí, interioriza y exterioriza aquello que va comprendiendo lentamente, teje parte del entramado de ideas que le rodea para hacerlo accesible a las personas de su alrededor. Personas con menos sed, menos hambre, menos ganas.
Me gusta verle en ese proceso en el que ya ha absorbido mucho más de lo que yo pude hacer. Me gusta mostrarle nuevos caminos cuando le veo en un callejón sin salida. Y dentro de su proceso de aprendizaje me ayuda a aprender, reaprender, comprender allí donde yo me quedé en callejones sin salida.
Es hermoso.
Debo de estar haciéndome mayor.
domingo, abril 24, 2011
martes, abril 12, 2011
viernes, abril 01, 2011
El hibiscus es una planta que trabaja sin cesar para producir muchas flores muy llamativas. De brillantes colores, gran tamaño, con un olor discreto. El tipo de flores que querríamos viviendo en nuestra casa.
Flores de un día.
Un esfuerzo enorme para lograr ver brotar belleza continua, pero es un esfuerzo altamente improductivo.
Porque las flores, enormes, atractivas, morirán en unas horas.
Me recuerdan a mí misma. Generando flores hermosas, inalcanzables, retos imposibles en mi mano que en cuanto se concretan comienzan a marchitarse.
Yo ni quiero ni necesito flores de un día, pero ¿por qué tengo síndrome de hibiscus?
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