Me levanto.
A veces me sorprende porque siempre me olvido de esta
capacidad de reestructuración, curación y resiliencia que afortunadamente
poseo.
Siempre me levanto y aprendo. Tanto el dolor como la
felicidad son estados pasajeros, pero sé cómo curarme y buscar mi sonrisa y la
de los que me rodean.
Tengo el privilegio de poder levantarme, de poder salir de
este dolor, de poder vivir una vida sin angustia permanente, ni ansiedad
perpetua. Porque no todo el mundo puede hacerlo.
Existen personas que no pueden vivir su vida de una manera
diferente, no todo es una cuestión de voluntad. El dolor no es siempre una opción
o una actitud ante la vida. Estos meses han
sido toda una cura de humildad respecto a mi actitud ante el dolor y la
enfermedad. No todo es blanco o negro y no todo el mundo elige lo que vive. Hay
personas que no pueden hacerlo.
Tengo el privilegio de poder levantarme. Y aquí estoy,
luchando.