Sucede en un instante. Como un chasquido de dedos que antes ha volado en mi imaginación mil veces, puesto que todas las sensaciones son ya conocidas y era un instante realmente esperado. Como los finales de las películas, como cuando cae la taza del inspector en "Sospechosos Habituales" y todo encaja de la única manera posible en la que las piezas poseen sentido.
Y la miro. Y ya nada es lo mismo. Y ya ha pasado.
Y no comprendo qué hacíamos juntas. Porque ahora somos personas diferentes, de ser dos pasamos a una más una. Y una más una suele ser siempre mucho más que dos.
Busco los motivos que antes nos enlazaban en esa unidad durante tanto tiempo con escaso éxito.
Ahora no la reconozco.
Supongo que ella a mí tampoco.
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