He entrado en fase de ansiedad otra vez, como si se fuese a escapar de mis manos esta nueva forma de sentir. Como si existiese un contador de caducidad reflejado en meses, semanas, días, horas, minutos... Segundos.
Un contador silencioso, oculto.
A ratos siento la necesidad de mantenerme ocupada en nuevas cosas, de descansar mi mente.
A otros ratos siento la necesidad urgente de continuar sin parar, hasta llegar al agotamiento, a la completa extenuación. Pero nada de lo que realizo depende enteramente de mí.
Es como si hubiese recibido un premio de consolación, un premio de juntar puntos y anduviese por las esquinas buscando puntos en los boletos olvidados.
Sé lo que quiero. Sé cómo lo quiero. Cada paso que doy, tengo más claro qué es indudablemente lo que deseo.
Pero aún no lo he encontrado.
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