La señora debía de tener unos 50 años, vestía como todas las tailandesas de avanzada edad en la ciudad de Bangkok y arrastraba dos bolsas enormes de limas por la calzada. Se movía despacio. Se sentó a mi lado en la parada del autobús mientras se secaba una delgada línea de sudor.
- Perdone, ¿me puede indicar cómo llegar a la tienda de Jim Thompson? .- En realidad ese no era mi verdadero destino. Me quería pasar en mi última mañana de viaje por la calle de prostitución de Bangkok para saber exactamente de qué hablaban tantos programas y tantas personas y había localizado esa tienda como el lugar turístico más cercano.
- Pues yo voy cerca de ahí. Si coges el bus te indico la parada.
Llegó el autobús y tras una charla animada con la señora (que chapurreaba un exiguo inglés pero se hacía entender perfectamente con las manos) acabé descubriendo que no solo conocía la calle sino que las limas que arrastraba en las dos enormes bolsas iban a abastecer tres de los bares de la famosa calle. Acababa de dar con la dueña de tres bares de gogos.
Así que la acompañé a sus bares, donde me presentó a las chicas, pude ver las fotografías de los reyes de Tailandia que están presentes en todas partes, incluso en los bares donde se desnudan las jovencitas. Me invitó a varias copas y a ver uno de los shows de las chicas , al que no acudí por pudor.
Esa fue mi última mañana en Bangkok y en mi viaje.
Como siempre, me gusta comenzar leyendo el final.
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