El tiempo vuela... Y mis miedos tienen nombre. El médico rectifica por carta, aunque tuviera la oportunidad de hablarme a la cara la semana pasada.
Esta experiencia me ha servido para muchas cosas. Para darme cuenta de quién está conmigo y quién hablaba en alto para que los demás escucharan (y se ha quitado de enmedio para hacerme un gran favor según su retorcida visión de la vida). Para ser consciente de que el ir tan rápido no quiere decir que llegue a ningún sitio. Para disfrutar los momentitos de vida regalada. Qué feas las orejotas del miedo.
Para preguntarme por qué yo no tengo esclerosis múltiple y otros sí. Para preguntarme y dibujar cien mil veces mi diagnóstico, posiblemente impreciso, como la medicación que recibía hace ya más de un mes. Para agradecer cada minuto sin músculos tensos, boca torcida, gesto indisimuladamente doloroso en el orgullo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario