Es como mirar al vacío en lo alto de un acantilado. Que puedes imaginar cómo te sentirías al caer, pero nunca caes para valorar si es como lo habías imaginado. Y de repente sucede. Pronuncias las palabras que latían con fuerza en tus sienes para escapar de tus labios en forma de miedo, en forma de promesa.
Caigo. Espero al ataque de corazón del que mueren todos los que caen al vacío. Espero hundirme prontamente en un sueño doloroso con un fin determinado para no tener que responder más preguntas sin respuesta. Aquí está. Falsa alarma. No hay fondo en las reflexiones. No hay fin determinado.
Tan sólo un vacío insondable de dudas sobre si te quiero por qué no funciona. Por qué no funciona. Qué no funciona. No funciona. ¿Funciona?
Va a ser una espera muy larga.
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