Hace unos años uno de mis hermanos, J, intentó una gamberrada adolescente. Envió un email a una de las multinacionales antivirus con troyano que le acababan de pasar por un chat. Recibió una corta respuesta: "A los gilipollas como tú les hacemos esto".
Mi hermano cerró el programa de correo electrónico. Y de repente el ordenador se apagó. Nunca jamás consiguió volver a encenderlo.
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