Mañana no quedarán banderas de colores ondeando en las terrazas. Tampoco habrá calles repletas de gente curiosa, de gente bailando, de gente tolerante. Mañana puede que salgan los otros al mundo que muchos tomaron por un fin de semana, dispuestos a encerrarnos a todos en los armarios cotidianos.
Mañana nadie recordará la fiesta, el confetti, las fotos en los periódicos. La resaca dará paso, una vez más a la tranquilidad.
Pero yo mañana seguiré estando orgullosa de la vida que vivo en la manera en la que la vivo. Salí este fin de semana a gritarle al que quisiera escuchar que si cumplo con mis obligaciones debo obtener mis derechos. Y seguiré gritándolo hasta el año que viene.
Mañana también es mi orgullo gay. Como todos los días.
No sólo soy lesbiana un día al año.
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