-Oh mierda.
El coche patrulla frenó al lado de la moto. Un policía descendió del vehículo con cara de pocos amigos. El otro ocultó una media sonrisa con una mueca mientras seguía los pasos de su compañero.
-Caballero. Su documentación.
Angel le tendió los papeles de la moto. Todo en regla.
- No figura ningún problema con la vista.- le comunicó el de las malas pulgas al otro.- Perdone, ¿tiene algún problema con la percepción de colores?
- No.
- Entonces ha visto el rojo del semáforo con claridad. Era rojo, ¿no? No lo vio verde, ni naranja.
El policía de la mueca esbozó ya una amplia sonrisa mientras decía:
- ¿Ves?- dijo a su compañero.- Tenía yo razón. Estos motoristas son siempre iguales. No aguantan tres semáforos en rojo seguidos, parece que es una tentación, un golpecito de acelerador y... Fuera. Gracias a usted he ganado una cena. Muchas gracias.
Los dos policías se metieron de nuevo en su coche patrulla, arrancaron y se marcharon sin escribir siquiera los datos del infractor. Mi amigo Ángel todavía no da crédito a lo que sucedió. Nunca le llegó la multa.
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