Desde hace unos meses siempre me levanto con el pie izquierdo.
Concretamente, desde el accidente de la moto, no por problemas en mi estado de ánimo, sino por un esguince reiterado (leo en el informe del traumatólogo). Me levanto con el pie izquierdo, porque mi cuerpo no quiere dañar más aún mi tobillo derecho.
Así que algunas mañanas asisto a rehabilitación.
Allí observo a otras esguinzadas como yo, a muchas señoras mayores con tendinitis, no sé por qué todas somos mujeres. Salvo Óscar, de unos sesenta y muchos.
Vive en silla de ruedas desde que el tabaco le paralizó la pierna derecha. A unos les afecta al pulmón, a otros al corazón y como él dice: "a unos pocos les toca perder las piernas". Pero él no pierde la paciencia ni el orgullo, camina con su andador de un lado a otro del pasillo, sonríe a los recién llegados, cuenta mil y una batallas de una vida curtida por las barreras arquitectónicas. Es el travieso del lugar.
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