Quisiera reir y llorar.
Por primera vez no encuentro manera de transmitir mis sentimientos en palabras, ni en música.
Ayer acabamos la grabación.
Ayer me dejé la voz en la misma sala en la que ha cantado Tina Turner.
Es precioso cumplir sueños.
sábado, diciembre 30, 2006
sábado, diciembre 16, 2006
Hace unos minutos dormía aún plácidamente en mi cama. Me he levantado destrozada, sin resaca, pero con una gran sonrisa en los labios.
Ayer no salí de marcha, ni conocí a nadie que ya conociera, ni bailé en el escape, ni en Malasaña, ni bebí cerveza o absenta o whisky (a mí no me gusta la ginebra). Ayer se comenzó a cumplir uno de mis mayores sueños.
Desde que cogí una guitarra por primera vez me imaginé grabando un disco. Podía dibujar exactamente el lugar y las personas que me acompañaban en ese sueño.
Estoy grabando en Red Led, uno de los mejores estudios de Europa.
Estoy acompañada de mi hermano, Paco, que no es de mi sangre pero la ha ido adquiriendo en una larga relación de amistad, en la que hemos llorado y reído mucho, a pie de cama de hospital, en locales de ensayo en los que la mitad de los músicos no se involucraban. Hemos tocado con personas que no pagaban el local, que no venían a ensayar, una sensación de lucha improductiva contra un gigante.
Y por fin ha llegado nuestro momento.
Ayer no salí de marcha, ni conocí a nadie que ya conociera, ni bailé en el escape, ni en Malasaña, ni bebí cerveza o absenta o whisky (a mí no me gusta la ginebra). Ayer se comenzó a cumplir uno de mis mayores sueños.
Desde que cogí una guitarra por primera vez me imaginé grabando un disco. Podía dibujar exactamente el lugar y las personas que me acompañaban en ese sueño.
Estoy grabando en Red Led, uno de los mejores estudios de Europa.
Estoy acompañada de mi hermano, Paco, que no es de mi sangre pero la ha ido adquiriendo en una larga relación de amistad, en la que hemos llorado y reído mucho, a pie de cama de hospital, en locales de ensayo en los que la mitad de los músicos no se involucraban. Hemos tocado con personas que no pagaban el local, que no venían a ensayar, una sensación de lucha improductiva contra un gigante.
Y por fin ha llegado nuestro momento.
jueves, diciembre 07, 2006
miércoles, diciembre 06, 2006
Ya lo sé, dos semanas sin actualizar son muchos días.
Horas de café, de visitas, de clientes, de contratos, de sumar, de broncas con mi jefe, de informes, de dormir abrazada de nuevo, de ordenador, de presupuestos, de kilómetros, de ver pasar pueblos en los que me hubiera encantado pararme, de pararme sólo para nuevos clientes, nuevos contratos, nuevas sumas, nuevas broncas con mi jefe, de besos entre informes y planes, entre tus palabras en inglés y mis números, de problemas, de reajustes de agenda, de dormir abrazada pocas horas, de horas de café.
Horas de café, de visitas, de clientes, de contratos, de sumar, de broncas con mi jefe, de informes, de dormir abrazada de nuevo, de ordenador, de presupuestos, de kilómetros, de ver pasar pueblos en los que me hubiera encantado pararme, de pararme sólo para nuevos clientes, nuevos contratos, nuevas sumas, nuevas broncas con mi jefe, de besos entre informes y planes, entre tus palabras en inglés y mis números, de problemas, de reajustes de agenda, de dormir abrazada pocas horas, de horas de café.
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