sábado, julio 31, 2004

Su arte consiste en transformarse en seres que nunca fue. En hacer vibrar al espectador con sus gestos, con su voz, con sus movimientos. Con frases que otros inventaron para él. Para que diera vida a historias imposibles, historias cotidianas, historias soñadas en otro tiempo y otro lugar.
He visto en sus ojos procesos de transformación que me pusieron los pelos de punta, un brillo esquizofrénico que gritaba con sus cuerdas vocales en una secuencia, desnudo en una bañera. De modo que conseguía, de nuevo, hacernos saltar las lágrimas a todos los presentes dentro y fuera del plató, a un lado u otro de la pantalla.
Se atrevía con todo. Y todo parecía adaptarse perfectamente a su arte.
Hoy me he enterado de que dejará la escena. Porque lamentablemente no eligió ser fontanero, ser mensajero o ser directivo. Él quería ser actor. Pero no con el ánimo de la fama o el dinero, sino con las fuerza que sale de las entrañas. Una verdadera vocación.
Vocación de una persona humilde, de oficio, de teatro, sin apenas exigencias, nada más que las marcadas por el guión. Sin excentricidades de estrella. Y podría haber sido una estrella si hubiera tenido suerte.
Supongo que forma parte del proceso de maduración, dejar de soñar en adaptar el mundo a nuestra medida para reconstruirnos a la medida de ese mundo. Un mundo estúpido en el que los actores no pueden vivir como trabajadores normales.
Él deja a sus espaldas quince años de profesión. De cortos, películas, obras que no saldrán a la luz nunca para la mayoría del público. De camarero, profesor de ajedrez, operario en una cadena de congelados. Y de ACTOR. Con mayúsculas.
El mundo escénico pierde hoy a uno de los grandes. Lo malo es que , salvo ustedes y yo, nadie lo sabe.

lunes, julio 26, 2004

Debido a la confusión producida con el post anterior y de cerciorarme de que he herido algún que otro orgullo macho, he decidido introducir varias aclaraciones:
- Me parece genial la técnica de ligoteo de mirar. Incluso aquella de arrimar la cebolleta en el transporte público. Siempre y cuando la víctima quiera. A mí también me gusta mirar a las chicas guapas por la calle.
- El hecho de que m gusten las mujeres no quiere decir que no me gusten los hombres. Ni que quiera exterminarlos de la faz de la tierra. soy lesbiana porque no logro enamorame de ellos. Eso no quiere decir que los odie.
- La palabra clave del post anterior es ACOSO.

¿Cuál es la línea entre mirar y acosar? Molestar a la víctima.
El post anterior no trataba sobre los cientos de miles de personas que en esta ciudad se giran al ver un/a chico/a guapo/a, sino sobre aquellos que incomodan a la otra persona. Sobre aquellos que son advertidos de que producen esa incomodidad y, pese a ello, continúan molestando. En definitiva, trata de los que confunden un no con un sí.
Nada más lejos de mi intención el ofender a los hombres que leen esta página que no molestan a nadie y simplemente disfrutan de la compañía de las mujeres.

Anécdota sobre miradas (desde el otro lado, o sea, mi amigo I).
La chica se giró, haciéndose la interesante:
- ¿Y tú? ¿Por qué me miras?
- ¿Yo? Yo no te estaba mirando.
-Claro que me estabas mirando. Yo te vi mirándome.
-Entonces eras tú quien me miraba a mí.

domingo, julio 25, 2004

El tipo llevaba como media hora sin apartar sus pegajosa mirada de mi cuerpo, recorriéndolo arriba abajo sin parar. Creo que conocía mis piernas mejor que ELLA, que contemplaba con enfado la escena. es lo malo de que no haya un hombre en la relación, que cualquier gilipollas puede molestarte sin sentirse amenazado. Bueno, y también está aquello de los espontáneos que se ofrecen por la calle para hacer un trío en cuanto ven a dos lesbienas besándose en público.
El caso es que yo ya me estaba hartando del plasta de la barra, porque no podrá seguir con atención la charla que manteníamos con nuestras amigas M y V, pero el tipo no se daba por aludido, parecía que le excitaba aún más mi cara de odio.
Hasta que me harté.
Me levanté y grité de mabera que todo el restaurante pudo escucharme:
- oye tú. ¿Quieres dejar de mirarme?
- Perdona. No te ofendas.
- ¡Que no me ofenda! Llevas media hora acosándome. Como me mires un solo minuto más te voy a partir la cara, tú verás lo que haces.
En cuanto me senté, el chico se marchó del lugar. Todo el restaurante me miraba como si me hubiera vuelto loca.
Fue un pequeño triunfo sobre todas aquelllas veces que me he visto obligada a mirar al suelo mientras un grupo de adolescentes marroquíes me decía guarradas mientras camino, sobre los pelmas de discoteca que me quisieron tocar el culo cuando estaba borracha, sobre los que se acercan peligrosamente en el transporte público y se comen un codazo.
Sobre todos aquellos hombres que acosan a las mujeres y se sienten importantes por hacerlo: los machitos.

sábado, julio 24, 2004

Hace unos años uno de mis hermanos, J, intentó una gamberrada adolescente. Envió un email a una de las multinacionales antivirus con troyano que le acababan de pasar por un chat. Recibió una corta respuesta: "A los gilipollas como tú les hacemos esto".
Mi hermano cerró el programa de correo electrónico. Y de repente el ordenador se apagó. Nunca jamás consiguió volver a encenderlo.

viernes, julio 23, 2004

Comencé a sospecharlo cuando me sorprendía a mí misma observando bebés con ojos tiernos. Poco a poco se comfirmó cuando las treintañeras dejaron de parecerme unas "viejas intrusas en el ambiente" para convertirse en un objeto de deseo. Cuando las arrugas me parecieron una señal de experiencia y no de vejez, lo confirmé.
Ahora soy consciente de que pronto cumpliré veintisiete años. Cada vez me atrae más la treintena que la veintena. No me apetece volver a vivir los desengaños del aprendizaje allí donde ya fui desengañada.
Pero sí me siento un poco más vieja.

martes, julio 20, 2004

En mi barrio hay un local con apariencia de galería de arte. Su inmensa cristalera , que da a dos calles, permite al viandante observar el vacío de su interior. Sólo hay una silla, una mesa y un joven sudamericano con aspecto de aburrirse. A veces lee, a veces canta, a veces escribe frases que no puedo leer desde donde le miro.
En el barrio hay muchos edificios vigilados por guardas de seguridad, para evitar que los ocupen jóvenes con crestas de colores y rastas. Pero el joven sudamericano viste con una camisa y un pantalón vaquero. No lleva porra. Es la última persona a la que imaginaría defendiendo el local de un posible invasor.
Nadie sabe cuál es la función del chico. A veces pienso que tan sólo es fruto de mi imaginación, que en el local sólo hay una silla y una mesa. Pero siempre que paso por delante de la inmensa cristalera lo veo ahí, aburrido, escribiendo, leyendo o cantando.

sábado, julio 17, 2004

El padre ayudaba al niño a cruzar la distancia entre el andén y el vagón del metro.
- Deja pasar antes de subir.- decía el hombre a su hijo. Hablaba con dulzura. El niño le miraba con atención: ya era el momento de los descubrimientos de la vida. Y el tipo había decidido enseñarle las normas de educación que ya nadie sigue en el transporte público en la capital.
Su hijo observaba con curiosidad  a todos los pasajeros. Se sorprendió cuando le saqué la lengua. Me encanta sacarles la lengua a los niños pequeños porque nunca se esperan ese tipo de reacciones de los adultos.
En la siguiente parada, Sol, se bajaron muchos viajeros. Como quedaban dos asientos libres, el niño tiró de la mano de su papá para que se sentaran.
- Siéntate tú si quieres. Los asientos son para los niños y para la gente mayor.
- Tú eres mayor, papá.
- Más mayor que yo.
- No hay nadie más mayor que tú.
El padre le sonrió, se sentó en uno de los asientos vacíos y le tomó en brazos. Jugó con el hijo hasta que me bajé en mi parada.

viernes, julio 16, 2004

Una semana entera sin escribir, sin contar nada. Recordadme que la reste del total cuando quiera hacer el primer aniversario del blog, si es que llego. Porque a este ritmo... En este tiempo no ha sucedido mucho.
 
Que el día siguiente al accidente me levanté con el tobillo dos veces más grande de su tamaño habitual y, como siempre, acabé en el hospital. Este tipo de sucesos siempre me suceden cuando he hecho planes con ELLA. Aunque en esta ocasión, el hospital no me salvó de la GRAN LIMPIEZA DE VERANO que ha durado , de momento, dos días. Hasta ahora había infravalorado en exceso el valor de las marujas, esas grandes personas que se ven obligadas a rellenar la denostada casilla de "ama de casa" en las búsquedas de empleo. Que parece que no trabajan en nada, pero que cuando faltan un par de días desatan una crisis general en aquellas casas en las que "son mantenidas".
 
Además de esto ha venido a visitarme mi amigo Z, futuro editor junior en una conocida editorial británica. De su viaje he aprendido dos cosas:
1. Que en el parlamento de Escocia no hay ni un sólo representante de las fuerzas conservadoras (bueno, eso si no consideramos que los laboristas últimamente son tan abiertos como la Thatcher). Es el único país del mundo en el que se produce esto.
 
2. Que la madre de mi amigo ha descubierto y aceptado que Z es gay. Así que ahora en vez de perseguirle para que se eche novia, le acosa con el hecho de que Z sigue soltero. Supongo que esperará a casarle con  un rico heredero digno de su posición social, gracias a la nueva ley que apruebe ZP. Entonces mi amigo se dedicará a adoptar niñas chinas y vivirá feliz y contento en su nidito de amor. Irá a misa los domingos y su mamá podrá mostrarlo a sus amigas como la hija que nunca tuvo. Mi amigo, Z, dice que la prefería cuando estaba enfadada con él porque "había elegido una vida antinatural e indigna". Si es que basta con que nos den algo para dedidir que mejor no lo queremos.

viernes, julio 09, 2004

mi angelito de la guarda ha hecho hoy horas extras.
Iba con la moto de camino al trabajo por una calle del centro, de estas sin aceras, sólo con pivotes. A eso de 40 km/h. Y una imbécil se ha saltado el ceda el paso de una calle perpendicular y se me ha cruzado.
Con la buena suerte de que la he visto a tiempo para frenar, para que se me bloquearan los frenos, para caerme antes de golpearme con ella.
Aún ha tenido el morro de decir que yo iba a toda velocidad (cuando una motocicleta no puede ir a más de 50kms/h que es el límite de velocidad en ciudad). Cuando es ella la que se ha saltado el ceda el paso. Cuando su acompañante me ha dicho que ya estaba frenando, frenada que ha concluido en mitad de la escasa calzada. A metro y medio de la señal que no ha respetado.
Me alucina esta gente que además de incumplir las normas y poner en peligro vidas ajenas se permite fardar de que tiene un seguro a todo riesgo. ¿A todo riesgo de qué? Que se permite decir que como no me ha golpeado no tiene la culpa, cuando precisamente yo he hecho un esfuerzo por minimizar el golpe.
Agradezco los esfuerzos de mi angelito de la guarda. Tan sólo espero que no le toquen vacaciones este verano.

jueves, julio 08, 2004

Siempre dije que lo mejor de mis malos momentos consiste en que descubro lo maravillosas que son algunas personas que me rodean.

lunes, julio 05, 2004

Pintada en la calle (hace años):
Tenemos los mejores políticos que se pueden comprar.

domingo, julio 04, 2004

Mañana no quedarán banderas de colores ondeando en las terrazas. Tampoco habrá calles repletas de gente curiosa, de gente bailando, de gente tolerante. Mañana puede que salgan los otros al mundo que muchos tomaron por un fin de semana, dispuestos a encerrarnos a todos en los armarios cotidianos.
Mañana nadie recordará la fiesta, el confetti, las fotos en los periódicos. La resaca dará paso, una vez más a la tranquilidad.
Pero yo mañana seguiré estando orgullosa de la vida que vivo en la manera en la que la vivo. Salí este fin de semana a gritarle al que quisiera escuchar que si cumplo con mis obligaciones debo obtener mis derechos. Y seguiré gritándolo hasta el año que viene.
Mañana también es mi orgullo gay. Como todos los días.

No sólo soy lesbiana un día al año.

sábado, julio 03, 2004

El palomo cantor no cabe en sí de gozo porque ha encontrado un compañero que le hace coros: un albañil de la obra de enfrente que no sólo taladra a las ocho de la mañana de un sábado, sino que también canta a voz en grito desafinando con pasión.

viernes, julio 02, 2004

Me cuenta ELLA que antropológicamente la cultura siempre fue un vehículo de transmisión de conocimiento. Que las canciones, los relatos, servían para que los jóvenes aprendieran de los mayores cómo enfrentarse con mayor eficacia a la vida.
Poco se parece ahora nuestra cultura a esa concepción. Quizá por eso hay muchas personas confundidas.
Si la música se vende al mejor postor, si se trata de vender determinada imagen en todas las adquisiciones culturales o más bien la cultura se ha convertido en un elemento más de apariencia. Nos clasificamos por personas apasionadas por el jazz, mediana edad, culto, amante del arte; apasionadas por el nu metal, jóvenes, poca cultura musical, pinta rara y ropa americana. Se supone que los gays escuchan a Barbara Streisand, las mujeres mayores a Julio Iglesias... Todo suposiciones. Ningún aprendizaje de cómo evitar los problemas.
Así que supongo que ese vehículo de transmisión de conocimiento que un día fue no transmite mucho.
No quiero ni pensar lo que sucedería si todos siguiésemos las enseñanzas de Marilyn Manson.

jueves, julio 01, 2004

Hubo un tiempo en el que vivir no costaba tanto dinero o en el que el dinero no me importaba tanto para vivir. Un tiempo repleto de páginas en blanco por escribir, de ilusiones a la vuelta de la esquina. Hubo un tiempo en el que esperaba mucho de los demás, de la vida, de mí misma. En el que creía que la diferencia entre el que lo consigue y el que no se encontraba en el esfuerzo por alcanzar los objetivos.
Era un mundo justo, libre, creado y mantenido por una idea demasiado adolescente de la vida. Demasiado inocente.
Supongo que, como todos, ya pagué el precio de la inocencia en plazos de desilusiones. Supongo que veo a través de ojos cansados, a veces desengañados, a veces tristes.
Pero el resto de páginas en blanco puedo escribirlas con un letra firme, sin promesas, pero con la misma ilusión de antes. Que no creo en príncipes azules o dioses que me rescaten en el último instante. Que me atengo a la realidad para hacerla más agradable.
Y aprendí a cuidar de la inocencia que me quedó de esos embates, la protejo cada día para que no me la desengañen.