viernes, julio 16, 2004

Una semana entera sin escribir, sin contar nada. Recordadme que la reste del total cuando quiera hacer el primer aniversario del blog, si es que llego. Porque a este ritmo... En este tiempo no ha sucedido mucho.
 
Que el día siguiente al accidente me levanté con el tobillo dos veces más grande de su tamaño habitual y, como siempre, acabé en el hospital. Este tipo de sucesos siempre me suceden cuando he hecho planes con ELLA. Aunque en esta ocasión, el hospital no me salvó de la GRAN LIMPIEZA DE VERANO que ha durado , de momento, dos días. Hasta ahora había infravalorado en exceso el valor de las marujas, esas grandes personas que se ven obligadas a rellenar la denostada casilla de "ama de casa" en las búsquedas de empleo. Que parece que no trabajan en nada, pero que cuando faltan un par de días desatan una crisis general en aquellas casas en las que "son mantenidas".
 
Además de esto ha venido a visitarme mi amigo Z, futuro editor junior en una conocida editorial británica. De su viaje he aprendido dos cosas:
1. Que en el parlamento de Escocia no hay ni un sólo representante de las fuerzas conservadoras (bueno, eso si no consideramos que los laboristas últimamente son tan abiertos como la Thatcher). Es el único país del mundo en el que se produce esto.
 
2. Que la madre de mi amigo ha descubierto y aceptado que Z es gay. Así que ahora en vez de perseguirle para que se eche novia, le acosa con el hecho de que Z sigue soltero. Supongo que esperará a casarle con  un rico heredero digno de su posición social, gracias a la nueva ley que apruebe ZP. Entonces mi amigo se dedicará a adoptar niñas chinas y vivirá feliz y contento en su nidito de amor. Irá a misa los domingos y su mamá podrá mostrarlo a sus amigas como la hija que nunca tuvo. Mi amigo, Z, dice que la prefería cuando estaba enfadada con él porque "había elegido una vida antinatural e indigna". Si es que basta con que nos den algo para dedidir que mejor no lo queremos.

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