miércoles, marzo 31, 2004

Estás muy equivocada conmigo.
Y no pienso bailarte el agua si no pienso que es correcto, porque cada vez que nos vemos me decepcionas más de lo que esperaba.
Llevas una vida fácil y no paras de quejarte. Exiges los favores y tratas mejor a tus conocidos que a tus amigos, a los desconocidos que a tu familia.
Lo siento, pero te has confundido, yo no te debo nada.
Ni quiero seguir peleándome contra un muro de piedra (sólo lograría destrozarme los puños). Es mejor así.
Aunque me hayas montado un espectáculo en público uno de los días más importantes de mi vida, delante de la gente que no te conoce y murmuraba tras tu salida de escena; aunque sé que ahora escribirás palabras de odio entre líneas. No te guardo rencor.
Pero no eres mi amiga.

martes, marzo 30, 2004

Llevo muchos años de mi vida peleándome por cosas que nunca suceden. Siempre llegaba un "gran productor" o un "gran manager" que me veía tocando por ahí y me grababa una maqueta. y me hacía cientos de promesas que no se cumplían.
Estudié una carrera en la que primaba otra creatividad e inicié un proyecto (que ya está finalizado) que me llevó tres años de trabajo, tres años de nada más, de vender el coche, de hipotecar mi tiempo... y, por supuesto, apareció un gran productor que quería hacerlo de nuevo, que lo presentó a muchas "personas importantes" a las que conocí. Incluso fui a una fiesta en la que un "director conocido" me reconoció como "joven talento".
Estoy hasta las narices de ser una promesa.
Un año y medio después no me queda nada. he finalizado el proyecto y voy a intentar moverlo, pero ya me he marcado un tope: noviembre.
Si hasta noviembre no sucede nada me retiro. Estudiaré un master que me convierta en uno de los Amos del Universo (como decía el protagonista de "la hoguera de las vanidades"), en uno de esos seres capaces de vivir en una oficina oprimidos por un traje caro y una forma de vida que no incluya el corazón a la hora de tomar decisiones.
Ayer me encontré con una amiga que participó en ese proyecto.
- El mes que viene comienzo un curso de AVID.
- Yo me retiro.- Y no pude evitar sentir una punzadita de envidia, una punzadita de dolor al escuchar sus palabras. Por primera vez, al pronunciar los motivos que me llevaban a retirarme, no me los creí.
Madrid 11 de marzo del 2004
Dormía placenteramente al lado de mi novia cuando nos despertaba un timbre casi histérico. La hermana de mi novia para ver si estábamos bien. Seguimos durmiendo, nos habíamos acostado a las cinco de la mañana porque tuve que trabajar hasta tarde.
Cuando llamó mi madre me alarmé. Mi madre no me llama jamás en situaciones preocupantes, sino en momentos como... Como el once de marzo.
Encendí la tele y ràpidamente sentí cómo el mundo en el que crecí se derrumbaba: alguien puede poner varias bombas en un cercanías, las noticias de los telediarios son reales, nadie nos puede proteger del todo.
Me pasé el día entero como en una nube. Hablando de la posible autoría de los atentados, buscando infructuosamente el Gara en la web.
No conocía a nadie que iba en el cercanías. Pero el novio de una amiga perdió uno de los trenes en el andén, cabreado porque no llegaba al trabajo.
Y por la noche, en el curro, por fin me di cuenta de que realmente había sucedido. De que no era mentira. o de que no era un hecho político lejano.
Era en Atocha, a diez minutos de mi casa. Atocha, donde tantas veces he esperado a mis amigos para que vinieran de algunas ciudades dormitorio; Atocha, donde el AVE que me devolvió a Madrid tras unos meses de estancia en Sevilla; Atocha, donde los bocadillos de calamares; Atocha, donde un uno de diciembre decidí quedarme a vivir en esta ciudad para siempre. Y ahora ya nunca más sería Atocha de la misma manera, porque una sombra se cruza y nubla el resto de recuerdos.
Esa misma noche no sentí el peligro habitual cuando subía hacia mi casa (vivo en Lavapiés, un barrio conflictivo por la noche). La total inseguridad degeneró en una extraña valentía o temeridad. Carpe diem. Recuerdo que anoté en el móvil la letra de una nueva canción que se deslizaba entre mis labios.
Y al día siguiente , por fin, lloré.

lunes, marzo 29, 2004

Hoy un compañero de trabajo ha recibido un mensaje en el móvil. Uno de esos que se leen y releen y se vuelven a leer tratando de encontrar entre líneas alguna pista secreta. Mi compañero, un treintañero casi cuarentón que vive solo después de su divorcio, se ligó hace un mes a una alemana afincada en el Sur. Pues bien. El mensaje decía: "Este fin de semana me lo he pasado genial".
Supongo que no hay nada que nos joda más que la persona que nos gusta se lo pase genial sin nosotros.
Así que el pobre ha estado escribiendo mentalmente mensajes durante las ocho horas de trabajo. Algo que realmente le hiciera hacerse sentirse culpable a la alemana del Sur: "pues yo he tenido un fin de semana horroroso", ha contestado.
¿Saben los creadores de la tecnología GSM los estragos que han causado con sus avances? Todavía recuerdo aquellas horas interminables que se sucedían hasta que ESA persona respondiera al mensaje. Y los veintiocho sentidos distintos que puede tener una misma frase según quién la lea. O aquel mensaje de amor en el que mi novia me dijo por primera vez que me quería.
Pero la escena más estrambótica la protagonizaron mi amiga Mónica, su rollete de aquel otoño y su móvil. El rollete de mi amiga estaba con gripe y le mandó "besos asépticos".
¿Asépticos? Después de varias consultas al diccionario llegamos a la conclusión de que no eran besos faltos de pasión, sino que la pobre chica no quería contagiar a Mónica.

domingo, marzo 28, 2004

Da un poco de miedo comenzar algo. Porque parece que una vez que una ha comenzado no debería parar hasta el final. Y un blog no tiene final. O sí.
Acaba cuando una deja que las obligaciones vayan copando el tiempo de manera que el blog deje de ser una prioridad. Entonces el blog se caduca y muere. O no.
O quizá se convierte en una de tantas páginas que vagan por la web sin rumbo, sin dueño, sin destinatario. Con un mensaje caducado que nadie lee (¿Quién lee páginas datadas antes del 2000). Como los restos de naves espaciales.
Como un trocito de vida que alguien olvidó fotografiar y que pende de los hilos del recuerdo.
Hola.