Da un poco de miedo comenzar algo. Porque parece que una vez que una ha comenzado no debería parar hasta el final. Y un blog no tiene final. O sí.
Acaba cuando una deja que las obligaciones vayan copando el tiempo de manera que el blog deje de ser una prioridad. Entonces el blog se caduca y muere. O no.
O quizá se convierte en una de tantas páginas que vagan por la web sin rumbo, sin dueño, sin destinatario. Con un mensaje caducado que nadie lee (¿Quién lee páginas datadas antes del 2000). Como los restos de naves espaciales.
Como un trocito de vida que alguien olvidó fotografiar y que pende de los hilos del recuerdo.
Hola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario