Estás muy equivocada conmigo.
Y no pienso bailarte el agua si no pienso que es correcto, porque cada vez que nos vemos me decepcionas más de lo que esperaba.
Llevas una vida fácil y no paras de quejarte. Exiges los favores y tratas mejor a tus conocidos que a tus amigos, a los desconocidos que a tu familia.
Lo siento, pero te has confundido, yo no te debo nada.
Ni quiero seguir peleándome contra un muro de piedra (sólo lograría destrozarme los puños). Es mejor así.
Aunque me hayas montado un espectáculo en público uno de los días más importantes de mi vida, delante de la gente que no te conoce y murmuraba tras tu salida de escena; aunque sé que ahora escribirás palabras de odio entre líneas. No te guardo rencor.
Pero no eres mi amiga.
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