miércoles, agosto 04, 2004

Le había convencido su primo para bañarse en el río, que allá por los años 20 no estaba aún contaminado. Pero se habían dejado los bañadores en casa, y claro, una hora de caminata serviría seguro para que desaparecieran las ganas de un chapuzón rápido. Por no hablar del sol, que le freía los sesos, o del sudor que pegaba la ropa a la piel.
- No me atrevo.
- Venga- dijo el primo mientras se quitaba la camiseta.- No es para tanto.
- Si nos ve mi madre nos mata.
- No lo va a saber nadie.
Así que se desnudó. El agua del río calmó su calor, justo en el momento en el que el primo intentó una de sus tretas.
- La llevas.- Echó a correr tras las zancadas apresuradas de su primo.
Un silbido interumpió el juego, a bastantes metros de donde habían dejado la ropa.
-Mierda.- gritó el primo.- El tren de Tudela.
- Te lo dije. Esta vez sí que nos van a pillar.
Mi abuelo divisó a lo lejos un tren que seguramente transportaría a algún conocido de su madre. Pamplona era y es un lugar muy pequeño en el que todos se conocen.
Se dispuso a proteger su honor, tapándose sus partes pudendas.
- ¡Pero qué haces! .- Exclamó el primo.
- Tapándome.
- Si te tapas ahí todos van a saber que J.J.M se estaba bañando desnudo en el río.
-Ah, ¿y qué propones?

El tren pasó a su lado a toda la velocidad que alcanzaban los trenes en los años 20. Medio vagón contemplaba con vergüenza a aquellos dos jovenzuelos. Más de una mujer gritó horrorizada.
Dos chicos mostraban sus cuerpos tal y como sus madres les trajeran al mundo mientras se tapaban la cara para no ser reconocidos.
Mi bisabuela jamás se enteró de la hazaña.

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