La música no es medible ni alcanzable. Se escapa entre los dedos, como las antiguas monedillas de peseta, como la arena en la playa en el cubo y la pala. Uno puede articular notas y tiempos y tempo e intensidad en el pentagrama. Atrapar el sentimiento entre cinco líneas. Que jamás logrará expresar todo lo que contiene con la claridad necesaria. Contaremos qué es piano, pero nunca daremos a entender la dulzura del blues en unos momentos, el desgarro del blues en muchos otros.
Por eso es tan difícil hablar de lo mismo cuando uno intenta explicar una canción. También por esto mismo existen tantas versiones como directores, como meses, como días de una misma composición. Mozart perpetrado por Luis Cobos (como para olvidarlo).
Pues bien. Hay dos tipos que entendieron muy bien el sentimiento escondido en algunas de mis canciones. Yo también pude entender sus letras, sus acordes y sus arreglos.
Y no paro de escuchar una y otra vez el resultado en el reproductor de mi CD.
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