lunes, enero 07, 2008

Cierro los ojos para no marearme, con el zarandeo de la camilla de un lado a otro. A mi izquierda, mi mujer, sujetándome la mano con fuerza. Sé que está asustada, aunque controle el tono de voz, aunque contenga el miedo en sus palabras.
Y no paro de disculparme porque esta es la noche de su cumpleaños y debía de ser de otra manera. No paro de decirle que no pasa nada, que no se preocupe, que de vez en cuando me pasa. Que es sólo un rato. Que luego todo vuelve al punto de partida.
Con las sirenas sobrevolando mi cabeza.

Ahora temo ver pasar una ambulancia por la calle.


(para los que se preocupen, sólo un susto, estoy bien)

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