martes, marzo 04, 2008

Me marcho.

Hablé con mi jefe, el gerente, el director (con más o menos fortuna con cada uno de ellos).
"Pero tú no tienes que marcharte". No debía de estar en las quinielas de despido."¿Qué necesitas?". Un tiempo que este trabajo no me puede dar.

Y me marcho.

Desde que he tomado la decisión puedo dormir por las noches. Mis lágrimas por la mañana han desaparecido. Ya encontraré otra cosa con la que preocuparme.

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