Está ahí, entre mi garganta y el estómago, haciendo esfuerzos por salir. Arriba abajo, abajo arriba. Mis ojos se pierden entre los bultitos de gotelé de la pared mal pintada de la oficina mientras una cacofonía de voces de vendedores en diferentes idiomas hace de banda sonora.
Está ahí y aunque se mueva, aunque amague con salir, no va a hacerlo.

2:30, 4 am y abro los ojos en la oscuridad.
Ella duerme, respirando profundamente, abrazada a mí.
Entonces comienzo a llorar en silencio.
Ella ya conoce esto y me acaricia, lo conoce porque llevo una semana así, insomne, preocupada.


Con algo por resolver en mi mente caprichosa. Supongo que durará hasta que encuentre lo que me tortura por la noche y me agota durante el día.

Creo que vienen cambios.

La última vez que dije esto cambié totalmente de vida en un mes.

- No,no, ahora no. Después de comer había quedado en hacer fotografías. Como empecemos con el sexo va a anochecer...

La miro de reojo y suelto una carcajada.

Uno puede mirar hacia abajo, descubrir que no hay suelo y gritar ante la caída ante el vacío.
O...
Uno puede mirar hacia el techo, hacia los lados, hacia abajo y descubrir que el camino no existe, que se han derribado los muros. Que todo es posible.

Algunas canciones me hacen olvidar lo malo.
Esta es una de ellas.

Nada peor a la hora de decepcionar a alguien que la persona decepcionada sea una misma.
(Odio mi modo autocrítica).