sábado, febrero 18, 2012

Me llamas. Escucho los hipidos, la voz pastosa de haber bebido demasiado, y un mensaje al otro lado del teléfono a las 5 de la mañana: "lo siento, te echo de menos".
Cometo la equivocación de preocuparme, de escucharte, de tratar de consolarte, de cuidarte. Al final te enfadas porque no te veo de modo instantáneo, sino que te planteo que las 6am no es una buena hora para nada más que dormir. Logro convencerte tras una hora de conversación. Me vuelves a llamar para que te prometa que nos vemos mañana. Al día siguiente te llamo antes de subirme de nuevo a ese tren.
Hablamos, cojo el billete. Te llamo de nuevo porque no estoy segura. Y el mensaje es otro. Que me echas de menos pero no de esa manera, que no recuerdas mucho lo que dijiste... Y que lo sientes. Pero no eres tan mala persona. Que no te odie. Que me echas de menos pero que no me haga ilusiones...

Supongo que yo sigo siendo yo y tú sigues siendo tú. Pero el nosotras ya se me hace imposible de pensar.

2 comentarios:

  1. Las llamadas de madrugada deberían ser ilegales...

    Besos

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  2. Las personas que no son capaces de pensar en las emociones ajenas deberían ir señalizadas con neones....

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