De repente me veo protagonizando el anuncio de Coca-cola. "Despedido", "despedido", "despedido", amenaza el gran jefe tras la mesa. Cuenta muchas mentiras y finalmente, con un gesto magnánimo, inventa una oportunidad de tres meses. "Tres meses de observación", dice, "Yo os controlaré personalmente". Por supuesto, el incidente se produce a un día de la renovación, para sembrar el miedo en el último instante.
Ayer protagonicé uno de los hechos que me proporcionó mayor satisfacción en mi vida. Entré al despachó y con una sonrisa expliqué que no necesitaba de su magnimidad, ni de sus mentiras, ni de sus amenazas: "Me voy".
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