La sensación dura muy poco. En unos días pasarán los respectivos acreedores, a mermar los números lentamente. Primero las cuatro paredes en las que vivo, después el agua que bebo, la energía que mueve mi vida y enciende las luces cuando me acuesto tarde, después las horas que paso al teléfono, los hilos invisibles que me conectan al blog y a mi correo electrónico. Daré pequeños mordiscos cuando desee disfrutar del cine, de los cafés de los domingos, de las púas para los ensayos, de unos zapatos nuevos.
Entonces, la sensación de cobro al final del mes habrá desaparecido.
jueves, marzo 30, 2006
domingo, marzo 26, 2006
estrés
Por primera vez me marcho y el viaje no me mueve hacia ningún lugar. El tren recorre kilómetros, tirando de mis miedos, de mi estrés, de los números , ratios y respuestas constantes que debo brindar a diario. Pero permanezco en el mismo kilómetro, anclado a la vía 4, en la estación de Atocha.
Puedo conversar con desconocidos sobre las ferias que visitaron, que mi cerebro se encuentra sumando descuentos, elaborando propuestas para clientes telefónicos.
La chica del móvil, que no ha finalizado la conversación tras hora y media de viaje, tampoco me molesta.
No he desconectado mi teléfono.
No he cerrado mi puesto,
Espero que cuando llegue a Pamplona, mi espacio personal de descanso mental, por fin haya cortado los hilos invisibles que me atan al programa informático de mi empresa.
Ya soy un número visible para mi banco, para las tiendas, para los cafes. Ya puedo comprar cosas inservibles de nuevo.
Por primera vez me marcho y el viaje no me mueve hacia ningún lugar. El tren recorre kilómetros, tirando de mis miedos, de mi estrés, de los números , ratios y respuestas constantes que debo brindar a diario. Pero permanezco en el mismo kilómetro, anclado a la vía 4, en la estación de Atocha.
Puedo conversar con desconocidos sobre las ferias que visitaron, que mi cerebro se encuentra sumando descuentos, elaborando propuestas para clientes telefónicos.
La chica del móvil, que no ha finalizado la conversación tras hora y media de viaje, tampoco me molesta.
No he desconectado mi teléfono.
No he cerrado mi puesto,
Espero que cuando llegue a Pamplona, mi espacio personal de descanso mental, por fin haya cortado los hilos invisibles que me atan al programa informático de mi empresa.
Ya soy un número visible para mi banco, para las tiendas, para los cafes. Ya puedo comprar cosas inservibles de nuevo.
viernes, marzo 24, 2006
Por mucho que una corra, por mucho que una se aleje... Al final se acaba encontrando, con los asuntos sin resolver clamando debajo de la alfombra, con el resto de desechos.
Da igual dónde haya escapado, si a Sydney, Manchester o Roma.
Por eso encaro los problemas cara a cara, dispuesta a curarme pronto las heridas y a encontrar nuevas metas.
Da igual dónde haya escapado, si a Sydney, Manchester o Roma.
Por eso encaro los problemas cara a cara, dispuesta a curarme pronto las heridas y a encontrar nuevas metas.
domingo, marzo 12, 2006
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