Conversación entre la chica del ropero del Escape, bar de copas de Madrid, y el vendedor de rosas a las cinco de la mañana:
- ¿Qué tal? ¿Mucha venta de rosas?
- No. Aquí no hay amor. Sólo sexo.
domingo, octubre 22, 2006
martes, octubre 17, 2006
No era la primera noche en la que nos cruzábamos, pero tampoco la conocía tanto. Una chica, de mirada triste en un mar azul de dudas con la que había intercambiado unas cuantas conversaciones en el Escape, un antro nocturno en Chueca.
La charla de esa madrugada versaba sobre su recién convertida en ex. Sobre cómo echaba de menos dormir abrazada a ella.
Yo aún no conocía la sensación de dormir abrazada a nadie por las noches, la paz de la cotidianeidad en los actos de amor tan pequeños. Pero podía imaginarme, por su tono de voz, que era una pérdida terrible.
Avanzábamos por Fuencarral, destino al metro de Gran Vía, en el que se separaban nuestras líneas.
- Si tuviese casa, te invitaría a venirte conmigo. - Por circunstancias, me encontraba alojada en el apartamento de un familiar.
- ¿Sólo para dormir?
- Para que puedas dormir abrazada a alguien.
Me miró con incredulidad.
- Yo tampoco tengo casa.
Conforme llegábamos a la estación tuve una idea descabellada:
- ¿Y si dormimos en una pensión?
Siempre imaginaba las habitaciones de las pensiones como lugares sórdidos en los que poder practicar sexo con desconocidos, no para abrazar a nadie. Era una buena manera de romper las connotaciones. De volver a la inocencia.
Recuerdo que incluso saqué dinero de un cajero, llamamos a un par de pensiones de Hortaleza.
Pero la realidad tuvo que imponerse. Nos miramos fijamente y decidimos marcharnos cada una a nuestra casa sin palabras.
La charla de esa madrugada versaba sobre su recién convertida en ex. Sobre cómo echaba de menos dormir abrazada a ella.
Yo aún no conocía la sensación de dormir abrazada a nadie por las noches, la paz de la cotidianeidad en los actos de amor tan pequeños. Pero podía imaginarme, por su tono de voz, que era una pérdida terrible.
Avanzábamos por Fuencarral, destino al metro de Gran Vía, en el que se separaban nuestras líneas.
- Si tuviese casa, te invitaría a venirte conmigo. - Por circunstancias, me encontraba alojada en el apartamento de un familiar.
- ¿Sólo para dormir?
- Para que puedas dormir abrazada a alguien.
Me miró con incredulidad.
- Yo tampoco tengo casa.
Conforme llegábamos a la estación tuve una idea descabellada:
- ¿Y si dormimos en una pensión?
Siempre imaginaba las habitaciones de las pensiones como lugares sórdidos en los que poder practicar sexo con desconocidos, no para abrazar a nadie. Era una buena manera de romper las connotaciones. De volver a la inocencia.
Recuerdo que incluso saqué dinero de un cajero, llamamos a un par de pensiones de Hortaleza.
Pero la realidad tuvo que imponerse. Nos miramos fijamente y decidimos marcharnos cada una a nuestra casa sin palabras.
domingo, octubre 15, 2006
Supongo que sucede continuamente, pero el mundo blog no para de repetir la misma historia.
Es el fenómeno "Gran Hermano", el momento en el que cometes la terrible estupidez de conocer a mucha gente (interesante y no tan interesante) de la bollosfera. En el que E pasa a tener cara y nombre y voz. Cuántas veces imaginamos a aquellas personas con las que nos escribimos, a las que contamos más o menos actualizadamente lo que nos sucede cada día.
Es el inicio de la represión. Porque antes una podía expresar aquello que deseaba, sobre las fiestas a la que acudía sin generar una ola de posts, comentarios y especulaciones sin fundamento (o con él). Porque cuando una abre la puerta a la intimidad, ha establecido unas normas que no todos siguen. Y hay personas que entran hasta la cocina.
Estoy harta de la bollosfera de "fulanita se lió con menganita". Reclamo esos días en los que nos leíamos sin buscar entre líneas, sin convertir este excelente medio de comunicación en las cámaras de "Gran Hermano", mediante las cuales se puede seguir la vida emocional de los ocupantes de su mundo a golpe de botón.
Y a mí, la vida emocional de los demás realmente me tiene sin cuidado.
Es el fenómeno "Gran Hermano", el momento en el que cometes la terrible estupidez de conocer a mucha gente (interesante y no tan interesante) de la bollosfera. En el que E pasa a tener cara y nombre y voz. Cuántas veces imaginamos a aquellas personas con las que nos escribimos, a las que contamos más o menos actualizadamente lo que nos sucede cada día.
Es el inicio de la represión. Porque antes una podía expresar aquello que deseaba, sobre las fiestas a la que acudía sin generar una ola de posts, comentarios y especulaciones sin fundamento (o con él). Porque cuando una abre la puerta a la intimidad, ha establecido unas normas que no todos siguen. Y hay personas que entran hasta la cocina.
Estoy harta de la bollosfera de "fulanita se lió con menganita". Reclamo esos días en los que nos leíamos sin buscar entre líneas, sin convertir este excelente medio de comunicación en las cámaras de "Gran Hermano", mediante las cuales se puede seguir la vida emocional de los ocupantes de su mundo a golpe de botón.
Y a mí, la vida emocional de los demás realmente me tiene sin cuidado.
jueves, octubre 12, 2006
He descubierto que los billetes de 500 no son dinero.
Dinero
(Del lat. denarĭus).
1. m. Moneda corriente.
2. m. Hacienda, fortuna. José es hombre de dinero, pero no tiene tanto como se cree.
3. m. Moneda de plata y cobre usada en Castilla en el siglo XIV y que equivalía a dos cornados.
4. m. Antigua moneda de plata del Perú.
5. m. penique.
6. m. ochavo (ǁ moneda).
7. m. Peso de 24 granos, equivalente a 11 g y 52 cg, que se usaba para las monedas y objetos de plata.
8. m. Econ. Medio de cambio de curso legal.
No son corrientes, sí son fortuna. Es un medio de curso legal que nadie cambia por nada. Ejemplo práctico:
Un billete de 500 € no sirve para hacer la compra, para adquirir gasolina, ni para cenar fuera. Porque nadie tiene cambio. Entonces, ¿qué otro fin posee un billete que no sea el de intercambiarlo por productos o servicios? ¿Fines decorativos?
Vamos, que tengo una fortuna que no me sirve para nada.
Dinero
(Del lat. denarĭus).
1. m. Moneda corriente.
2. m. Hacienda, fortuna. José es hombre de dinero, pero no tiene tanto como se cree.
3. m. Moneda de plata y cobre usada en Castilla en el siglo XIV y que equivalía a dos cornados.
4. m. Antigua moneda de plata del Perú.
5. m. penique.
6. m. ochavo (ǁ moneda).
7. m. Peso de 24 granos, equivalente a 11 g y 52 cg, que se usaba para las monedas y objetos de plata.
8. m. Econ. Medio de cambio de curso legal.
No son corrientes, sí son fortuna. Es un medio de curso legal que nadie cambia por nada. Ejemplo práctico:
Un billete de 500 € no sirve para hacer la compra, para adquirir gasolina, ni para cenar fuera. Porque nadie tiene cambio. Entonces, ¿qué otro fin posee un billete que no sea el de intercambiarlo por productos o servicios? ¿Fines decorativos?
Vamos, que tengo una fortuna que no me sirve para nada.
martes, octubre 03, 2006
domingo, octubre 01, 2006
Estimados okupas de mi nueva casa,
Agradecería enormemente que decidiérais marcharos , o que, por lo menos, fijárais una fecha estimativa. Tanto mis maletas, como mi ex (que aún conserva la mayor parte de mis pertenencias en su apartamento), como yo misma agradeceríamos un gesto de estas características.
En el caso de que vayáis a demorar aún más vuestra marcha y que os apetezca iniciar un proceso legal con mi nueva casera, sería muy interesante saber que mi futura casa puede que jamás sea mía. Sólamente para ir haciéndome a la idea.
Atentamente,
La pringada que espera.
Agradecería enormemente que decidiérais marcharos , o que, por lo menos, fijárais una fecha estimativa. Tanto mis maletas, como mi ex (que aún conserva la mayor parte de mis pertenencias en su apartamento), como yo misma agradeceríamos un gesto de estas características.
En el caso de que vayáis a demorar aún más vuestra marcha y que os apetezca iniciar un proceso legal con mi nueva casera, sería muy interesante saber que mi futura casa puede que jamás sea mía. Sólamente para ir haciéndome a la idea.
Atentamente,
La pringada que espera.
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