Ayer apareció en el portal de mi casa un cartel que decía "Tiene cojones tirarlos por la ventana del patio". Una flechita apuntaba, acusadora, a un par de condones usados que la vecina cabreada había dejado sobre un trozo de papel de plata.
Es parte de la guerra vecinal iniciada hace un año.
Todo comenzó con una fiesta de cumpleaños con demasiados watios y alguna que otra carrera de borrachos por las escaleras, que indignó a una vecina y finalizó con una bronca a las siete de la mañana. Continuó cuando el vecino de la fiesta tiró mechones de pelo al patio y la vecina le devolvió esos mechones en un sobre a su nombre, como en las películas de mafiosos.
Los condones del delito han desaparecido a la media hora.
No sé cómo continuará la guerra vecinal, pero promete.
¿Encontrarán nuevas armas? ¿Nuevas maneras de amenazarse?
Corresponsal de guerra en La Latina, Madrid.
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