Es difícil traducir esta intensidad en palabras.
Pero me siento suya, con los ojos vidriosos, las manos con las muñecas hacia arriba, la respiración agitada. Hasta que rompo a llorar.
Lágrimas como cuando vi el primer cuadro de Hopper en el Whitney Museum nada más salir del ascensor.
Comienzo a comprender.
Y solo puedo agradecer esta intensidad que sin Usted sería imposible.
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