miércoles, octubre 28, 2009

Hay reflexiones que a veces tocan en algo en nosotros, reflexiones inicialmente maravillosas, porque suponen descubrir posibilidades que inicialmente no contemplábamos o que no sabíamos cómo contemplar. Pero luego son incómodas. Porque plantean una infinidad de incógnitas sin solución rápida, sin solución fácil. Destruir es fácil, sólo hay que blandir la maza y golpear con fuerza hasta ver saltar los pedazos de aquello que está desapareciendo.
Pero razonar los nuevos planos, elegir los materiales, las columnas, la decoración, los colores, las formas y los muros de carga que sustentarán esa realidad, fruto de esa reflexión inicial, conlleva un esfuerzo y un razonamiento.
Me he encontrado con una manera racional de concebir las relaciones que sospecho que se adapta mejor a mí de lo que lo hacen las normas inflexibles e impuestas por una sociedad que yo no he elegido. Pero es una concepción tan abierta que debo comenzar a estudiar la manera en la que se pueda adaptar a mí. O no.

E. Ser en perpetua deconstrucción.

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