Acabo de escuchar un sonido que hacía muchísimo tiempo que no escuchaba: el de mi propia risa. Una carcajada ha conseguido despertarme de mi letargo, de mi acorchamiento emocional.
Ya no pienso en ti. Decidí no hablar de ti, dejar de darle vueltas y asumir que no comprendo lo que ha sucedido, porque es una historia que no puedo comprender. Es como cuando un niño pequeño juega con un juego de formas y pasa media tarde intentando encajar un círculo dentro de un cuadrado. Puede esforzarse, patalear, llorar, romper el juego, pero jamás va a conseguirlo.
La realidad es que no comprendo nada de lo que ha sucedido; ni lo comprenderé, porque las normas bajo las que ha sucedido todo escapan a las de mi lógica.
Acabo de reírme a carcajadas.
Estoy volviendo a ser yo. Es maravilloso volver a respirar hondo, con los ojos cerrados.
Y sí hay una lección oculta: elegir bien. Que te quieran, no mucho, sino bien.
Ya no pienso en ti. Decidí no hablar de ti, dejar de darle vueltas y asumir que no comprendo lo que ha sucedido, porque es una historia que no puedo comprender. Es como cuando un niño pequeño juega con un juego de formas y pasa media tarde intentando encajar un círculo dentro de un cuadrado. Puede esforzarse, patalear, llorar, romper el juego, pero jamás va a conseguirlo.
La realidad es que no comprendo nada de lo que ha sucedido; ni lo comprenderé, porque las normas bajo las que ha sucedido todo escapan a las de mi lógica.
Acabo de reírme a carcajadas.
Estoy volviendo a ser yo. Es maravilloso volver a respirar hondo, con los ojos cerrados.
Y sí hay una lección oculta: elegir bien. Que te quieran, no mucho, sino bien.
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