En la última semana me han ofrecido tres casas, un sofá, muchas risas, hombros para refugiarme y llorar, horas y horas de terraza en distintos barrios de la ciudad, recuerdos de hace años y de las tonterías que hacíamos hace años, una preciosa flor de hilo que logró arrancarme una sonrisa.
En la última semana he recordado que nada es tan bonito como parecía, pero tampoco tan terrible como se podía temer.
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