Un simple abrazo y volver a hundirme entre tu pelo, y volver a olerte de nuevo, y volver a sentir la familiaridad de tu piel. Un abrazo tan cercano y tan lejano al mismo tiempo. Porque ya no somos lo que éramos, pero tampoco sabemos en quiénes nos hemos convertido, en esta relación que muta en cada encuentro.
Un simple abrazo que destroza en un sólo instante la entereza trabajada durante estos dos meses. Que me demuestra, de nuevo, que no es tan sencillo como me esperaba.
Pero me levantaré.
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