Me he despertado bañada en sudor, encendiendo la luz a toda velocidad. Volando hacia el interruptor como cuando era niña y lograba que los fantasmas desaparecieran en la carrera de las tinieblas frente a lo luminoso.
Era una pesadilla.
Estaba en una habitación de una preciosa casa de madera con muchos niños a los que debía proteger de una especie de huracán, o de batalla naval, qué se yo. Les escondía del impacto de los trozos de ventana, de pared que iban saltando por la fuerza del viento. Alguna señal del sueño me ha hecho darme cuenta de que podía parar la escena, como en todas mis pesadillas. Como aprendí a hacer de niña. Soñar que podía encender la luz como truco mental para detener la situación.
Hacía años que no tenía una pesadilla.
Para que esto me suceda así, con un sueño de persecución, de muerte, como los que he tenido durante toda mi infancia, la carga psicológica de lo que me está sucediendo es bastante elevada.
Recuerdo que cuando me metí en esto, antes de conocerte, no sabía qué elementos de control establecería para diferenciar la fantasía de la realidad, el verdadero deseo del deseo inducido. Y me di cuenta de que mi único parámetro de percepción válido sería el de mi propia felicidad. Ese es el verdadero límite.
Ha saltado un clic en alguna parte.
lunes, junio 29, 2009
sábado, junio 27, 2009
viernes, junio 26, 2009
Todo va bien hasta que deja de ir bien.
Entonces una escribe una hoja con dos columnas y sopesa.
Entonces una saca la balanza y comienza a colocar sensaciones y emociones a cada lado. Impaciente. Tratando de adivinar qué lado pesará más. Qué elementos estableceran la diferencia.
Lo malo es que las sensaciones y las emociones no son físicas, no pesan. Poseen el valor que una quiera darle.
Así que llega el momento de retirar la balanza de la mesa.
Y de pensar.
Entonces una escribe una hoja con dos columnas y sopesa.
Entonces una saca la balanza y comienza a colocar sensaciones y emociones a cada lado. Impaciente. Tratando de adivinar qué lado pesará más. Qué elementos estableceran la diferencia.
Lo malo es que las sensaciones y las emociones no son físicas, no pesan. Poseen el valor que una quiera darle.
Así que llega el momento de retirar la balanza de la mesa.
Y de pensar.
martes, junio 23, 2009
Conversación con d en el pidgin:
d- no eres tan rara. solo tienes el control sobre tu vida. eso es lo poco frecuente.
e- la verdad es q hago lo que quiero como quiero, cuando quiero.
d- no te importan los convencionalismos.
Qué lástima que tener el control sobre la propia vida sea considerado poco frecuente o especial.
d- no eres tan rara. solo tienes el control sobre tu vida. eso es lo poco frecuente.
e- la verdad es q hago lo que quiero como quiero, cuando quiero.
d- no te importan los convencionalismos.
Qué lástima que tener el control sobre la propia vida sea considerado poco frecuente o especial.
domingo, junio 21, 2009
viernes, junio 19, 2009
miércoles, junio 17, 2009
viernes, junio 12, 2009
Por azares del destino, o un autocastigo mental, me veo en la tesitura de dar un concierto de cantautora. Es curioso cómo he llegado hasta aquí, pero no es el tema que deseaba tratar hoy.
Sino que he abierto uno de los dos cuadernos de canciones, el otro no lo encuentro, pero suele ocurrirme, para poder hacerme con temas que tocar en acústico. Y me veo cantando canciones de hace trece años, de hace nueve años, de una persona que fui pero con la que hoy no me identifico para nada. Al mismo tiempo es un orgullo poder rescatar a la persona que hace nueve años componía con su soledad, su tristeza y su melancolía en ese mundo que ni comprendía ni aceptaba.
Soy yo. Fui yo. Pero aún queda algún trocito de esa persona dentro de mí.
Os dejo un ejemplo, verano del año 2000. Hace nueve años y muchas, muchas, pero que muchísimas historias.
Sino que he abierto uno de los dos cuadernos de canciones, el otro no lo encuentro, pero suele ocurrirme, para poder hacerme con temas que tocar en acústico. Y me veo cantando canciones de hace trece años, de hace nueve años, de una persona que fui pero con la que hoy no me identifico para nada. Al mismo tiempo es un orgullo poder rescatar a la persona que hace nueve años componía con su soledad, su tristeza y su melancolía en ese mundo que ni comprendía ni aceptaba.
Soy yo. Fui yo. Pero aún queda algún trocito de esa persona dentro de mí.
Os dejo un ejemplo, verano del año 2000. Hace nueve años y muchas, muchas, pero que muchísimas historias.
miércoles, junio 10, 2009
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