Me despierta el timbre metálico del despertador y me desperezo sintiendo su piel desnuda contra la mía. Duerme profundamente, pero se resiste a soltarme de sus brazos cuando intento zafarme para salir a la ducha. Siento su sonrisa.
Duerme así, duermo así. Entre abrazos, caricias y mimos.
El peor momento de mi día es indudablemente aquel en el que me levanto de la cama para separarme de mi otro cuerpo.
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