Hay bombones en cajas doradas, con folletoss que explican detalladamente la composición y origen de sus ingredientes. Hay bombones mas o menos sabrosos. Bombones dulces, bombones ácidos e incluso bombones salados. Muchos de ellos sorprenden con un licor amargo que no esperábamos. Otros son predecibles desde el comienzo.
Hay bombones sin chocolate.
Hay delicias sin etiquetar, sin precios excesivos ni cajas ostentosas.
Pero el ser humano tantas veces elige por apariencia que tampoco sorprende encontrar personas ante una hermosa caja, decorada a mano, imaginando un maravilloso sabor, abriendo un envoltorio... Y en algunas ocasiones sólo existe vacío en su interior.
Entonces uno puede llevarse a la boca el envoltorio y engañarse pensando que un bombón y un envoltorio saben igual.
O puede mirar la caja, elegir uno nuevo y esperar lo mejor del siguiente.
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