Leonora me mira con su alegría contagiosa. Lleva seda trasparente, camina por la plaza con sus manos alargadas, quizá no me guste el matiz de sus manos. Siempre estoy preso de la incomprensible espesura de sus ojos, en pocas palabras: amo el torbellino. De ahí recorro las rocas y el vuelo de su pelo, la luz que llega de todas partes para que nuestras sombras se abracen, y por supuesto la ilusión de lo que fue y será, el ahora que nos cuenta la inocencia de un beso. ¿Dejó marcados sus labios en mí? paso mis dedos sobre mi boca para besarla una vez más, y cuando de nuevo la luz roza la línea que dejó, su caricia se desvanece sin encontrar mis ojos. No color, todos los colores, la irrupción indefinible del blanco y negro, y la efectividad sumida en la sonrisa de Leonora que ya es un punto en el horizonte, como el suspiro enigmático de los pordioseros que recogen las migajas de las palomas en la plaza
Déjame, por favor, continuar en el anonimato. Me gusta lo que escribes y la inmediatez y sinceridad que lo acompaña. Te conozco desde que eras pequeñita, silenciosa y observadora. La casualidad me hizo encontrar este rincón. Gracias.
Dominó por Por Juan Luis Castillo (Fragmento)
ResponderEliminarLeonora me mira con su alegría contagiosa.
Lleva seda trasparente, camina por la plaza con sus manos alargadas, quizá no me guste el matiz de
sus manos.
Siempre estoy preso de la incomprensible espesura de sus ojos, en pocas palabras: amo el torbellino.
De ahí recorro las rocas y el vuelo de su pelo,
la luz que llega de todas partes para que nuestras sombras se abracen,
y por supuesto la ilusión de lo que fue y será, el ahora que nos cuenta la inocencia de un beso.
¿Dejó marcados sus labios en mí? paso mis dedos sobre mi boca para besarla una vez más, y
cuando de nuevo la luz roza la línea que dejó, su caricia se desvanece sin encontrar mis ojos.
No color, todos los colores, la irrupción indefinible del
blanco y negro,
y la efectividad sumida en la sonrisa de Leonora que ya es un punto en el horizonte,
como el suspiro enigmático de los pordioseros que recogen las migajas de las palomas en la plaza
Puedes leerlo aquí:
http://www.scribd.com/doc/35188633/Revista-La-Santisima-Trinidad-numero-XIX-edicion-de-junio
anónimo, y tú quien eres?
ResponderEliminarDéjame, por favor, continuar en el anonimato. Me gusta lo que escribes y la inmediatez y sinceridad que lo acompaña. Te conozco desde que eras pequeñita, silenciosa y observadora. La casualidad me hizo encontrar este rincón. Gracias.
ResponderEliminarMe gustaría conocer (en privado, con contestación que no publicaré) quién eres.
ResponderEliminarSobre todo por aquello de que era pequeñita :)
como puedes ver no se publica si no lo autorizo. emontmas@hotmail.com
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