lunes, enero 24, 2005

El mundo se rige por las normas del miedo. Miedo a estar sola. Miedo a morir. Miedo a no llegar a fin de mes. Miedo a tener demasiado dinero. Miedo a olvidar las cosas importantes. Miedo a caerse (después miedo a levantarse). Miedo al vacío. Miedo a aprender demasiado despacio, a aprender demasiado deprisa, a no aprender, a perder la espontaneidad. Miedo a ser joven, viejo. Miedo a la inexperiencia. Miedo a la experiencia. Miedo a tener, a perderlo, a ganarlo, a no ser suficientemente bueno para merecerlo. Miedo a las oportunidades. Miedo al silencio. Miedo a hablar en exceso. Miedo a ser comprendido. Miedo a ser demasiado claro. Miedo a los plazos del banco. Miedo a que el cielo caiga sobre la cabeza.
Todo se relaciona con la culpa (sutil instrumento de control que nos inculcan en sociedades de orientación cristiana). Todo se relaciona con sentirnos torpes, estúpidos.
Y acabamos culpables de ser cobardes por no preguntar a tiempo con tal de no parecer tontos.

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