Volverá, me dirá que se ha equivocado y de rodillas pedirá que regrese a su lado.
Porque habrá necesitado tanto de mis besos que el vacío se le habrá agudizado.
Volverá si merece la pena, aunque no seré yo quien espera.
Volverá, volverá a mi lado, de donde nunca debería haberse marchado.
Volveré a sentir sus labios bajando por mi cuello, manos húmedas sobre mi piel
El sudor de noches de verano, sabor entremezclado, cura mi sed.
Volverá con otro nombre en otros años y veré lo que deseo a retazos.
Se marchará y volverá a mi lado con otra cara y otro cuerpo.
Volverá si merece la pena, aunque no seré yo quien espera.
Volverá, volverá a mi lado y encontrará a su regreso que su lugar lo ocuparon...
(Qué bueno recordar que nadie muere de amor, hay otras cosas más importantes).
lunes, enero 22, 2007
domingo, enero 21, 2007
viernes, enero 19, 2007
Nació en la tierra de los pescadores, entre el mar y la montaña, la bruma por las mañanas. Sus ojos azules destacaban sobre la piel morena, curtida. Ojos dulces, mirada que acariciaba.
El primer día me ubicó en la segunda habitación de la derecha, que comunicaba con su gran estancia con una puerta que permanecía siempre cerrada. Me ayudó a introducir mi maleta en el cuarto, acompañado de un "este es tu espacio, estaré al otro lado si me necesitas". Yo regresaba de uno de mis múltiples naufragios sentimentales, ella me acogía en su casa por un tiempo y aunque nos conocíamos de cerca, sabíamos que no era el momento.
Comenzó como a los dos días de dormir en aquel lugar. Dormía plácidamente en la playa, sobre mi toalla, con el sonido de las olas rompiendo sobre las rocas meciéndome en los sueños. Entreabrí los ojos y la vi de espaldas.
Músculos de nadadora. De superviviente. Piel bronceada.
Me imaginé acariciando su espalda.
Cuando ella se giró para hablarme, debió de leer algo en mi expresión, porque sonreía de una manera diferente.
El primer día me ubicó en la segunda habitación de la derecha, que comunicaba con su gran estancia con una puerta que permanecía siempre cerrada. Me ayudó a introducir mi maleta en el cuarto, acompañado de un "este es tu espacio, estaré al otro lado si me necesitas". Yo regresaba de uno de mis múltiples naufragios sentimentales, ella me acogía en su casa por un tiempo y aunque nos conocíamos de cerca, sabíamos que no era el momento.
Comenzó como a los dos días de dormir en aquel lugar. Dormía plácidamente en la playa, sobre mi toalla, con el sonido de las olas rompiendo sobre las rocas meciéndome en los sueños. Entreabrí los ojos y la vi de espaldas.
Músculos de nadadora. De superviviente. Piel bronceada.
Me imaginé acariciando su espalda.
Cuando ella se giró para hablarme, debió de leer algo en mi expresión, porque sonreía de una manera diferente.
lunes, enero 15, 2007
domingo, enero 14, 2007
El mundo da vueltas y gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira, gira...
Y en cualquier momento, puedo aparecer de nuevo en la casilla de salida.
Y en cualquier momento, puedo aparecer de nuevo en la casilla de salida.
viernes, enero 12, 2007
Dice mi tía que con el tiempo nos vamos volviendo más exigentes con las parejas, los años van pesando y dejamos de aguantar las pequeñas manías que hace unos años nos parecían insignificantes.
Yo creo que la experiencia nos demuestra que embarcarnos en historias absurdas nos haría repetir finales a los que no deseamos volver. Caminos tortuosos que ya recorrimos, abismos con fondos conocidos.
Supongo que ahora tengo más claro lo que necesito que hace diez años.
Pero entonces, ¿dónde dejamos la inocencia? Tropiezo continuamente con personas con la piel curtida, en la que no haría mella ninguna caricia. Personas que cuentan: "esto ya lo viví", sin darse demasiadas oportunidades más allá de lo que conocieron (y no volverán a repetir). Pero esta actitud no tiene nada que ver con la inocencia, ni con la experiencia. Es el miedo lo que les atenaza: miedo a sentir, a que les duela, a cruzar esos caminos tortuosos; pero también miedo a sentir, a disfrutar, a vivir.
No hay vida sin muerte. No se puede amar sin el riesgo al desamor. No hay sinceridad ni entrega sin posibilidad de recibir mentiras. No se puede intentar nada sin el riesgo de equivocarse.
Quizá sea eso: Quiero envejecer aprendiendo lo que necesito para ser feliz, sin conformarme con menos, pero tomando los riesgos necesarios con quienes demuestren que debo correrlos.
Yo creo que la experiencia nos demuestra que embarcarnos en historias absurdas nos haría repetir finales a los que no deseamos volver. Caminos tortuosos que ya recorrimos, abismos con fondos conocidos.
Supongo que ahora tengo más claro lo que necesito que hace diez años.
Pero entonces, ¿dónde dejamos la inocencia? Tropiezo continuamente con personas con la piel curtida, en la que no haría mella ninguna caricia. Personas que cuentan: "esto ya lo viví", sin darse demasiadas oportunidades más allá de lo que conocieron (y no volverán a repetir). Pero esta actitud no tiene nada que ver con la inocencia, ni con la experiencia. Es el miedo lo que les atenaza: miedo a sentir, a que les duela, a cruzar esos caminos tortuosos; pero también miedo a sentir, a disfrutar, a vivir.
No hay vida sin muerte. No se puede amar sin el riesgo al desamor. No hay sinceridad ni entrega sin posibilidad de recibir mentiras. No se puede intentar nada sin el riesgo de equivocarse.
Quizá sea eso: Quiero envejecer aprendiendo lo que necesito para ser feliz, sin conformarme con menos, pero tomando los riesgos necesarios con quienes demuestren que debo correrlos.
miércoles, enero 10, 2007
No quiero dar por sentado nada, ni que nadie interprete lo que yo quiero. Tengo palabras propias, actos propios, que no siempre encajan en las normas de los demás.
Me quiero tanto, que no voy a permitir que se acerquen personas que no saben lo que quieren.
No quiero escuchar palabras vacías.
Lo has conseguido.
Me quiero tanto, que no voy a permitir que se acerquen personas que no saben lo que quieren.
No quiero escuchar palabras vacías.
Lo has conseguido.
domingo, enero 07, 2007
En mi vida habitual utilizo el PC para comunicarme con el mundo y mediante mi conexión ADSL busco piso, músicos, restaurantes... Empleo mi GPS para encontrar lugares, pero mi GPS no me ayuda a localizar mi coche cuando no recuerdo dónde lo aparqué. Mi PDA me muestra dónde se esconden mis clientes, me sirve de herramienta de trabajo con mis números, descuentos y presupuestos. En el coche, tengo, además de rueda de repuesto, bombillas y el chaleco que brilla en la oscuridad, un neceser con todo lo necesario para sobrevivir allá donde pernocte, una muda de ropa, regalos para mis clientes, música para un viaje de cinco horas, mi portátil, mi maletín, cargadores de la PDA y el GPS e instrucciones, cds de instalación para todos los aparatejos electrónicos.
¿No es un poco estresante organizar la vuelta al trabajo?
¿No es un poco estresante organizar la vuelta al trabajo?
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