lunes, enero 15, 2007

Pensaba que podría salir indemne.
Sin el amargor en la boca, tu cara que me atormente en sueños, lágrimas tempranas y la sensación de haber regalado innecesariamente un trozo de mí para siempre.
Creí que podría salir indemne.
Pero, por supuesto, me equivocaba.

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