Fin de semana del orgullo intenso.
El jueves de cañitas, de planes, de sol y sonrisas. Escribiendo la primera persona en singular y olvidando un plural doloroso e incierto. Cerrando puertas para abrir nuevas puertas.
El viernes más cocacolas con planes y comidas. La cena con Z. En la que celebramos nueve personas que sigue vivo, que el cáncer ha sido un mal susto. Algunos nuevos descubrimientos y otros reencuentros mágicos con hombres estupendos, de las personas que realmente se preocupan por los demás. Más nuevas citas de cafés y cervezas y viajes. Me impresionó pensar en que realmente Z podría haber desaparecido. Me impresionó imaginarme en mi propia cena de celebración y en qué personas me acompañarían a fecha de hoy.
El sábado orgullosamente caminando por Alcalá y Gran Vía, portando la bandera Bi, bailando al ritmo de una batucada y , finalmente, abriendo paso a la pancarta entre la gente. Mojitos en Callao, cenita en Santa Ana, obviando a una Kylie que debió de mover a masas. Luego Les fiesta con N y L en la que conocí a una mujer de ojos verdes preciosos.
El domingo resaca y consecuencias de la falta de sueño de los días de cachondeo.
Más cervecitas y despedidas.
Conclusiones: invitaciones de viaje a Lesbos, Islandia, Mar Rojo, orgullo en Gandía.
Reencuentros con personas que valen la pena y erróneamente había olvidado y descubrimientos de personas que no esperaba que mereciesen la pena.
Como siempre, los malos momentos ponen a todo el mundo en su sitio. Y yo ya tengo el mío: solecito y sonrisas.
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