Le gusta mirar a su cachorra a los ojos, jugar un rato, verla sentada a sus pies. Le gusta la manera en la que está pendiente de cada uno de sus movimientos. Si se levanta, le va a seguir hasta la calle o hasta que marque una señal de sentado, tumbado o quieto. Atenta. Una señal de su mano y un mundo entero para el animal. Una caricia y se tumbará boca arriba. Un grito y permanecerá quieta.
Tiene bien amaestrada a su cachorra.
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