Le brillaban los ojos al verme. Sonreía. Y cuando tuvo que definirme empleó la palabra "dulce, cariñosa".
Poco imaginaba yo lo que podría suceder con aquella chica morena, de ojos y pelo negros, que hablaba de ese novio de toda la vida.
Sucedieron no besos, sucedió un verano en su coche, subiendo y bajando cuestas de Toledo. Sucedieron muchas lágrimas después.
Ahora recuerdo, sobre todo, esos ojos que brillaban al verme.
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