El tipo se quedó con un palmo de narices. Estaba acostumbrado a que lo dejaran en noches de invierno como esas, en bares llenos de humo, con baños donde prolongaba la relación más duradera que había mantenido a lo largo de sus treinta y cuatro años. Pero no de esa manera.
- No quiero volverte a ver jamás. Eres un niñato.- dijo ella antes de marcharse.
Él hizo amago de no sentir, pero algunos del bar sonrieron ante la noticia. La chica de diecisiete años se largó con la cabeza bien alta del local. Menudo carácter.
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