viernes, marzo 04, 2005

Mi agenda telefónica es una visión desordenada de mi vida. Desordenada porque ordena alfabéticamente aquellos números que introduje de manera secuencial.
En ella encuentro números de personas a las que no recuerdo "Carlos batería", "Ana Burgos"... Por mi imprecisión a la hora de etiquetar nombres, de etiquetar momentos, que llevan a reflexiones del tipo "¿Quién será Lucía?". A veces me he equivocado y he llamado a nombres similares que correspondían a personas que yo no reconocía, que no me reconocían. Existen números que marcaba con frecuencia. Números que olvidé e intento recordar. Números que quiero olvidar pero mi subconsciente recuerda claramente.
Nada más significativo que retirar a alguien de la agenda del móvil con un movimiento brusco con el pulgar derecho, suspiro de enfado. Como expulsar a alguien del messenger.
Y ahora paso adelante y atrás toda mi agenda telefónica. Encuentro gente a la que echo de menos, gente a la que hablo frecuentemente y gente con la que es incómodo hablar.
Como cuando te tropiezas con amigos que hace tiempo que no frecuentas, que se convierten en una agradable sorpresa y logras hacer de esos quince minutos un resumen rápido de los acontecimientos más importantes de lo que se perdieron en tu vida. O sueltas un "va todo muy bien"con una sonrisa fingida pensando en lo incómodo de la situación.

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