martes, agosto 11, 2009
La música ha sido siempre el motor de mi vida. En el colegio me recordaban siempre con una guitarra al hombro, desde mi quince cumpleaños en el que me regalaron mi primera guitarra, que como buena fetichista, aún conservo. Tocando en los recreos, entre clase y clase.
A los diecisiete formé mi primera banda, con personas de entre veinticuatro y treinta años. Nos presentamos a varios concursos y gané varios premios como compositora, como integrante de la banda.
Al venir a Madrid me presenté sola con la guitarra, mi proyecto de grupo había fallecido, ya que un productor se había interesado en mí (la típica historia que conocéis). Era la época de Javier Álvarez, Pedro Guerra, por lo que tocar en los cafés de la capital a solas con la española era bastante sencillo y productivo.
Hasta que volví a sentir la necesidad de distorsión por las venas. Entonces llegó Moona, un proyecto con otro cantautor en el que alternábamos dos voces, dos estilos de composición y una misma banda, quizá el proyecto más original en el que me he embarcado hasta hoy.
Luego, tras una mala experiencia con un uso/abuso de sustancias por parte de un miembro del grupo, perdí todo mi equipo y estuve un año enfurruñada con la música. Hasta que busqué de nuevo compañeros de grupo y conocí a mi querido Paco, mi hermano y formamos Lila Jane.
En cinco años grabamos dos maquetas, un disco. Conocimos a cosa de una veintena de baterías y bajistas, en pruebas, ensayos, conciertos. Siempre tuve la sensación de estar esperando, de estar buscando, de estar peleándome contra los elementos con poco éxito. Más tiempo tratando de cerrar la banda que tocando o componiendo.
Cuando Paco se marchó, en noviembre, localicé nueva gente, nuevos músicos que han ido rotando y no coincidiendo espaciotemporalmente hasta hoy.
Hoy me rindo.
No es una rendición incondicional. Pienso seguir trabajando e invirtiendo mi esfuerzo a lo que es realmente productivo y el motivo específico por el que toco: componer, trabajar. Pero he decidido reorientar mis esfuerzos hacia la música, no hacia la búsqueda de personas que deseen tocar conmigo. Me he anquilosado musicalmente pero me he convertido en una experta en redacción de anuncios, en generación de audiciones, en leer el estado de ánimo de los componentes a través de sus ojos, en adivinar cuando iban a abandonar el proyecto. Y eso nunca fue lo que buscaba.
Esto no quiere decir que lo dejo. Quiere decir que lo enfoco de manera diferente, que quiero dedicarle todo el tiempo necesario a crear. Que voy a seguir tocando en directo.
Pero se acabó perder el tiempo.
Nota: mi estado de ánimo sigue siendo de felicidad absoluta, ni siquiera una noticia como ésta puede quebrar mi paz interior. De hecho creo que en mi proceso de análisis interno es bueno que haya sucedido esto, porque estaba en un loop sin fin.
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