viernes, agosto 14, 2009

Trabajaba, con una lista de reproducción musical elegida al azar y me he topado con alguien que comparte idénticos gustos musicales a los míos. Entonces ha sonado esto:



Corría el año 97 y estudiaba en la universidad. Una universidad privada, que me enseñaba ángeles y demonios dentro de la asignatura de Historia Universal Contemporánea. Una universidad en la que compartí un poco de radio, de tele y muchísimo periodismo (a veces no tan bien entendido como me hubiera gustado pensar). Recuerdo esos años con una guitarra al hombro, un grupo, amigos de diversas procedencias (ese comité de bienvenida de Erasmus) e inocencia. Fueron años de inocencia. De descubrimiento. De salida de armarios (el primero de los armarios que me ha tocado abrir las puertas desde dentro). En una ciudad vacía, aburrida, fría, en la que imaginaba que me marchaba a otro lugar, hasta que me marché (y jamás la eché de menos, salvo a unos pocos habitantes a los que quiero y sigo llamando).

Esta canción me recuerda a dos personas con las que por azares del destino ya no me hablo. Me recuerda a un bar en el que prácticamente vivíamos y en el que emulábamos al protagonista de "Leaving Las Vegas" cada viernes y sábado.

Hoy es un tema musical que me pone de muy, pero que muy buen humor. Y que tal vez refleja mi estado de ánimo mejor que ningún otro.

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