Van pasando los minutos. Odio y me encanta esta sensación de espera ante algo que puede o no puede suceder. Mi mente se desplaza entre recuerdos de tu voz e imaginaciones de todo aquello que me encantaría sentir. No sé si debo rogar o esperar, qué complicado es imaginar lo que esperas de mí, lo que deseas de mí, aún no te conozco lo suficiente como para complacerte. Pero quiero aprenderlo.
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