jueves, mayo 20, 2004

Mi primer intento comunicativo, aunque no consciente, con el mundo exterior, es decir, mis primeras palabras, no fueron las corrientes.
No dije "papá", ni "mamá", ni "zoo" (como Gerald Durrell).
Acababa de presenciar un fallido ataque al corazón a mi abuela.
Simplemente repeti unas palabras dichas en un tono de voz que hasta entonces no había escuchado.
"Mi mío me mero" (Dios mío me muero). Eso es lo que dije.
Comencé mi vida racional mentando al Dios de una iglesia en la que no creo. Y la comencé casi poniéndole fin.

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