Obviamente, y como era de esperar, la he cagado. Tenía un as en la manga pero no sé jugar al póker. Nadie me enseñó. Tampoco creo que las duras reglas cupiesen en mi cabeza para ser ejercidas en el momento preciso.
¿A quién se le escapan las lágrimas en una entrevista de trabajo? En una entrevista a tiro hecho, con iberdrola apostada en la puerta. A alguien cansado, hundido, derrotado. A quien lleva diez horas corriendo de un lado para otro para ultimar los detalles de la entrevista. A quien simula ser un experto jugador de póker y no sirve ni para las canicas.
Pese a todo me van a dar una oportunidad. Léete una cosa. Léete esta otra. Me veo tu película y te llamo. ELLA dice que en cuanto vea lo que he hecho con dos mil euros me va a llamar.
Yo no lo tengo tan claro.
De todos modos no me ha cerrado ninguna puerta, sino que ha mantenido todas las opciones abiertas. Pero se ha dado cuenta de que me agarraría a un clavo ardiendo para no asfixiarme dentro de un traje.
Prometo no mentirme más a mi misma. ("Promesas que no valen nada, nada, nada...")
Quizá sea un aviso para que pare aquí. O la primera de las pruebas.
Tengo que ser realista. Aquí, donde estoy ahora, no llego a ningún lugar conocido, ningún espacio habitable. Tampoco puedo, también yo, coger el primer avión hacia Dublín (como el guitarrista). No pasa nada por formarse en el mundo empresarial, no determina tu vida.
Pero sonaba tan bien la otra propuesta....
Escucho (a todo volumen): "Promesas", de los Piratas, mientras me juro empezar a tomarme la vida con un poco más de calma.
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